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Marta Barroso Álex López
El Latido del Deporte de Salamanca

Única y pionera: la futbolista de Salamanca que rompió barreras y prejuicios

Marta Barroso fue la primera chica en jugar en el Béjar Industrial, el equipo de sus amigos de clase en el que ella siempre había querido estar. Lo consiguió y gracias a ella otras fueron detrás

Miércoles, 19 de febrero 2025, 12:42

¿Y por qué no? Está pregunta mueve una historia. Está pregunta escribe un reportaje.

Fue la primera, por aquel entonces única. Tuvo que convencer a sus padres. Rechazó seguir haciendo ballet. Y sus amigas no tenían los mismos interés que ella. Tampoco podía buscar referentes, no los había. Sin embargo, la idea no se le iba de la cabeza. Tenía 10 años y quería jugar al fútbol en el Béjar Industrial como ya lo hacían sus compañeros. Y dicho y hecho. Marta Barroso se convirtió en la primera mujer en vestir la camiseta del club de su pueblo en un equipo repleto de chicos que desde el primer día la trataron como a uno más.

«Recuerdo el 'pero si habéis traído a una niña...'. Y mis compañeros siempre me defendían»

«Fue una cabezonería. ¿Y por qué no? ¿Por qué no podía apuntarme a un equipo como ellos? Yo quería jugar en el Béjar Industrial para jugar con mis compañeros del colegio. Antes no había habido ninguna, pero no tuve problema. Me aceptaron, era una más y con mi propio vestuario. Tengo un recuerdo maravilloso. Me defendían cuando alguien se metía conmigo del otro equipo. Recuerdo el 'pero si habéis traído a una niña...'. Y mis compañeros siempre me defendían. Más que compañeros, amigos en verdad. Siempre me he sentido arropada por padres, entrenadores y ellos», comienza a hablar«.

Recuerda que su vida giraba en torno al fútbol, que le ha hecho ser la persona que es hoy y es que a su marido lo conoció en el terreno de juego. «Jugaba en el patio del recreo, jugaba por las tardes en la calle, incluso con mi hermano y mi padre en casa. Me encantaba jugar y ver fútbol. Soy aférrima del Real Madrid», reconoce.

Pudo estar tres temporadas más, pero su crecimiento y el de sus compañeros rivales hacía incompatible que siguieran jugando juntos: «Me sentía fuera de lugar. Tenía ganas de seguir, pero no podía, así que tuve que dejar el Béjar Industrial. Me daba miedo, no tenía la fuerza que tenían ellos. No era mi lugar. Ya en el instituto me apunté a los Juegos Escolares donde había un equipo femenino, además del Trofeo Diputación».

Una cabezonería que abrió puertas

Es cierto que nunca se le puso una barrera, pero hay otras tantas invisibles que quedaron derruidas gracias a su paso adelante. «Sí que creo que he abierto un camino. Ha habido otras chicas después, aunque es cierto que no se ha podido hacer un equipo únicamente femenino. En el CD Vetonia, tampoco hay un equipo femenino como tal, pero tienen una escuela deportivas con muchas niñas. Creo que sí puedo haber sido una referente», dice.

¿Es un 'debe' todavía en pueblos de la talla de Béjar? «No, porque creo que es muy difícil. No es porque el club no quiera, es porque hay pocas niñas. Así lo creo», reflexiona.

De madre a hija

Estos valores. Esta cabezonería que yo llamaría valentía, 'sinvergonzonería' sin la que las mujeres no habrían llegado a donde hoy están; esta educación es la que transmite a sus dos hijas, una de ellas también futbolista en el CD Vetonia. Precisamente, han compartido entrenador.

«Yo soy quien soy y mi vida es como es gracias al fútbol»

«Nora va a hacer 9 años. Le encanta jugar. Es una escuela de valores y eso es lo que quiero que aprenda. Su entrenador fue mi entrenador y gracias a él conocí a mi marido. Es que el fútbol va más allá, es una forma de vida. Yo soy quien soy y mi vida es como es gracias al fútbol».

¿Recibe tu hija los mismos compañeros que recibías tú? «No. Las cosas han cambiado mucho. No se ve nada de eso. No es que tuviera muchos comentarios negativos, pero los hubo. Ahora creo que ya no existen», finaliza.

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