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Es el olor inconfundible del chocolate, es el imán de las vitrinas que atrae a los más golosos, es la explosión de color -evidente- y de sabor -sospechada- nada más entrar. Y es Marcos Sevilla, que lleva desde 1997 detrás del mostrador de la bombonería Leónidas, antes Sven, en el Barrio del Oeste. Todo lo descrito anteriormente ha forjado la identidad durante casi tres décadas de este paraíso para los amantes del chocolate. Empezó de forma fortuita tras probar una caja de bombones de la marca original Sven y, tras degustarlo, se le ocurrió la idea de comercializarlo.
Si había conquistado su paladar, podría conquistar el de los salmantinos. Y así fue. En la calle Wences Moreno encontró un local que se ajustaba a sus preferencias, cerca del centro sin estar en el centro y en una calle comercialmente en auge. «Cuando pusimos la tienda, se montó una asociación de comerciantes del barrio que nos dio impulso», explica. A la «orillita del centro», como él mismo reconoce, que continúa funcionando. «No se ven locales vacíos y los negocios se han ido actualizando», asegura Marcos.
Él mismo también se ha tenido que adaptar a los nuevos tiempos con la irrupción de las nuevas tecnologías. La venta online no se olvida tampoco de las bombonerías aunque Marcos reconoce que, el prepararlo con mimo, también conquista a los clientes. «A la gente le gusta que le hagamos una cajita, elegirlos y dárselos preparados», asegura. Recientemente se celebraba San Valentín y, los bombones, es un regalo romántico que parece no pasar de moda. «Es una muy buena época, además, lo preparamos de distintas maneras para que sea especial», asegura Marcos.
Además de los 14 de febrero, las campaña de Navidad y Semana Santa son, también, buenas épocas para este negocio. «Los huevos de Pascua por Semana Santa sí que han ido creciendo en los últimos años», reconoce. Aunque no sólo se regalan, también hay quien no se puede resistir a comprarlos para tenerlos en casa como vicio al que recurrir. «Viene la gente para que le metas en su bolsita diez, doce, quince bombones como el que tiene la costumbre de tomarse una caña en un bar, hay quien tiene comer un bombón al día», explica Marcos.
Los ojos se pierden entre tantas bandejas y carteles que anuncian los sabores. Prácticamente, no hay un sabor que no se encuentre en esta bombonería. Para todos los gustos, nunca mejor dicho. De coco, de pistacho, con café, praliné, naranja, cereza, balsámico, arroz inflado, crema de caramelo y uno que, últimamente, está muy de moda: de pistacho. Además, cuenta con bombones de licor puro para los más valientes. «Esos saben fuerte», asegura Marcos. Son sólo unos pocos porque la oferta es inmensa. «Vamos rotándolos por temporadas», comenta Marcos.
Actualmente, esta mítica bombonería del Barrio del Oeste se encuentra en plena transición. Tras haber desaparecido la marca 'Sven' por el fallecimiento de su fundador, Marcos afronta una nueva etapa bajo el nombre de Leónidas. Un cambio de nombre y de aspecto pero que no varía, como asegura el propietario, la calidad de los chocolates. «La gente se está adaptando muy bien al cambio, al final, siguen siendo bombones belgas», reconoce el propietario.
Además de la amplia oferta en bombones y chocolates, cuenta con una sección que incorporó hace años para complementar la propuesta principal. Son más de sesenta las variedades que ofrece a sus clientes en una tendencia que ha ido a la alza en los últimos años. Un acompañamiento perfecto al bombón que, combinados, mezcla lo mejor de los dos mundos.
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