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Con su aspecto adorable y su arrolladora personalidad, los gatos domésticos nos tienen enamorados. Una prueba de ello es que si el león es el rey de la selva, ellos lo son de las redes sociales. Pero lejos de ser los peluches inofensivos que vemos en ellos, su presencia en libertad en entornos sensibles es un problema ambiental de primer nivel por el impacto que tienen sobre muchas especies de animales silvestres.
Suponen una amenaza para el equilibrio de los ecosistemas urbanos y periurbanos. Así lo confirman expertos como Alberto Hernández, veterinario del Centro de Recuperación de Animales Silvestres de Las Dunas y miembro de SEO, y Miguel Lizana, catedrático de Zoología de la Universidad de Salamanca.
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«Los gatos han extinguido más animales que ningún otro depredador«, sentencia con firmeza Miguel Lizana, catedrático de zoología de la Universidad de Salamanca. Esta afirmación, lejos de ser alarmista, está basada en estudios científicos que evidencian la naturaleza depredadora de estos animales, que cazan con gran habilidad aves, reptiles, pequeños mamíferos, insectos y anfibios. En esta línea, la revista Nature publicó uno en 2023 en el que se relaciona a los gatos con la desaparición de hasta 63 especies de vertebrados en todo el mundo.
Por su parte, Alberto Hernández también insiste en los daños en la fauna silvestre que ocasionan las colonias felinas, incluso por encima de los atropellos y envenenamientos, y considera una «barbaridad» que se encuentren en lugares como el entorno del Tormes. En este enclave en concreto la fauna aviar es muy importante y la presencia de gatos afecta a numerosas especies como chochines, pinzones, herrerillos y ruiseñores o jilgueros, entre otros. Además señala que el problema se agudiza durante la época de cría, cuando los polluelos volantones se convierten en presa fácil. Pero su presencia no solo afecta a las aves, advierte sobre el impacto en anfibios, reptiles y roedores, entre otros.
Este veterinario también menciona un estudio en el Reino Unido sobre gatos caseros con libertad de movimiento, que capturaron una gran cantidad de presas incluso estando alimentados, y que subraya que poseen un fuerte instinto depredador y que son sofisticados cazadores.
En la capital salmantina el problema se agudiza en las zonas con mayor valor ecológico como las riberas del río Tormes o los parques. Los expertos consultados estiman que en las orillas del río hay al menos un 10% o 15% menos de animales silvestres de los que debería a consecuencia de los gatos.
Según el Ayuntamiento de Salamanca, en la capital hay actualmente en torno a medio centenar de colonias felinas en las que viven 815 gatos de los cuales el 76% ya han sido esterilizados. En concreto la colonia que hay junto al río cuenta con 90 ejemplares, afirman. Esto la hace quizá una de las mayores, si no la mayor, de la ciudad.
Desde el año 2013 tiene en marcha un programa integral para prevenir el abandono de gatos domésticos y reforzar el control y gestión de las colonias felinas. El mismo se ha adaptado a las competencias de la ley conforme a la Directriz Técnica de la Dirección General de Derechos de los Animales.
En la parte que se refiere a la gestión y control de colonias felinas se incluye un censo de estas y otras poblaciones felinas para definir estrategias de actuación. La base de este programa es el método captura-esterilización-retorno (CER), (también conocido como CES: captura-esterilización-suelta) que busca el control demográfico y la reducción poblacional sin el sacrificio de ejemplares. A los gatos capturados se les realiza una revisión sanitaria, se les vacuna contra la rabia y se les desparasita. Además, se les marca en la oreja y se les implanta un microchip a nombre del Ayuntamiento para mantener el control.
Entre las acciones implementadas para prevenir el abandono y que sigan creciendo las poblaciones de gatos callejeros, se ha puesto en marcha una campaña informativa para concienciar a los dueños de gatos sobre la obligación de identificarlos con microchip y esterilizarlos.
Se han distribuido 5.000 folletos y 300 carteles en edificios municipales, clínicas veterinarias y otros establecimientos, además de utilizar 30 mupis en las marquesinas de autobús. La campaña insiste en evitar la reproducción incontrolada y el abandono, recordando que la ley prohíbe expresamente el abandono de gatos y lo califica como una falta grave.
Según el Ayuntamiento, un aspecto crucial para el éxito de este programa es la colaboración ciudadana. Por ello también ofrece un curso gratuito online de 'Buenas prácticas en la gestión de colonias felinas'. Esta formación está destinada a todas aquellas personas que quieran solicitar ser alimentadoras autorizadas de estos gatos. Y es que sin tener esta autorización municipal está totalmente prohibido interactuar o alimentar a los gatos.
Esta medida busca evitar la sobrealimentación que no sólo perjudica la salud de los mininos, sino que también puede contribuir a mantener colonias más grandes, tal y como explica el Consistorio. En este sentido insisten en recordar que alimentar a los gatos sin permiso es una práctica bienintencionada pero supone un gravísimo error que contribuye a la superpoblación felina y al aumento de la presión depredadora sobre la fauna local.
Tanto Alberto Hernández como Miguel Lizana destacan que la gestión de las colonias felinas es un tema complejo que requiere una gestión «muy buena y muy bien implementada«, colonia por colonia, con una esterilización de al menos el 80% de los individuos para que empiece a cumplir con el objetivo de control y reducción de las mismas implícito en la ley. Además, es fundamental controlar la incorporación de nuevos individuos. Así, coinciden en afirmar que la captura, esterilización y suelta (CES) por sí sola no es efectiva si no se realiza de manera intensiva y con un control exhaustivo.
El problema, a juicio de ambos, es que las ciudades son constantes «fábricas» de gatos porque falta concienciación y mucha gente suelta camadas no deseadas o permite que sus gatos no esterilizados salgan de sus hogares y contribuyan al aumento de población. Conseguir que las colonias no crezcan resulta imposible.
En lo que respecta a posibles soluciones, ambos descartan la viabilidad de trasladar las colonias ubicadas en entornos más sensibles por la dificultad que conllevaría y porque seguramente pronto su lugar sería cubierto por nuevos ejemplares. Lizana, por su parte, apunta que habría que buscar algún tipo de alimentación que contribuyera a la esterilidad de los gatos. Pero lo cierto es que aunque hay alimentos que permiten esterilizar aves (como las palomas) todavía no hay alimentos que funcionen para gatos.
Este es un problema que afecta a todo el planeta y ante el que tratan de encontrar soluciones investigadores de todo el mundo. Así, un grupo estadounidense desarrolló hace pocos años una inyección anticonceptiva de una sola dosis para hembras de gato doméstico. Con ella se anula la ovulación y esperan que sea de forma definitiva, por lo que si funciona podría ser una estrategia de control de la población felina menos invasiva que la esterilización quirúrgica o que las eutanasias que se aplican en ese y otros países.
Lizana y Hernández consideran que los gatos son especies invasoras en los entornos naturales y en la orilla del Tormes se puede comparar con la presencia del visón americano.
Alberto Hernández lamenta que al hablar del problema de las colonias felinas enseguida se hieren sensibilidades, a pesar de que se trata de poner de relieve la necesidad de proteger a los animales silvestres que son los que necesitan estos espacios para vivir. «Yo no soy animalista, me gustan los animales, he tenido perros y gatos, todo con control. Pero no tiene nada que ver. Una cosa es ser animalista, y otra ecologista, naturalista o conservacionista». En este sentido destaca que los últimos no «humanizan» a los animales y consideran que lo importante es el equilibrio del entorno global, de toda la fauna que lo habita».
La educación ambiental para que la ciudadanía sea consciente de la importancia de esterilizar y no dejar sueltos a los gatos domésticos es una herramienta necesaria para avanzar en el control de las colonias. Pese a las campañas de concienciación, resulta muy complicado hacer cambiar mentalidades y llegar a todos los públicos, por lo que el veterinario y aficionado a la ornitología considera que este problema supone «un marrón» para los ayuntamientos.
También menciona que hay que valorar que la situación puede convertirse incluso en un tema de la salud pública, específicamente la toxoplasmosis, una enfermedad que puede ser transmitida por los gatos y tener consecuencias serias para la salud humana, especialmente para mujeres embarazadas y niños. Cuanto mayor es la densidad de gatos, mayor es la facilidad de contagio, por lo que es importante que no se descontrolen.
En definitiva, controlar la población felina de la ciudad, especialmente en espacios sensibles, supone un enorme desafío en el que toda la colaboración es poca. Además de evitar el abandono y la sobrealimentación hay que impedir que se reproduzcan para que no siga aumentando su presión sobre la fauna silvestre. Y pese a los esfuerzos del Ayuntamiento, los expertos no son demasiado optimistas con que se logre. Pero habrá que intentarlo.
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