El taller de motos en Salamanca que pasó de arreglar Vespacar a ser una referencia nacional

Manuel es incapaz de contener la emoción al hablar de su padre. Han pasado catorce años desde que el fundador de 'Cachorro' Motos Racing falleciera, sin embargo, no hay un solo día que su hijo no se acuerde de él. No solo se siente tremendamente orgulloso de su figura como padre -al que agradece haberle inculcado la pasión por el motor- sino que sobre todo ensalza su labor como profesional. «No había días, ni horas, ni minutos», no importaba el tiempo porque cada segundo era dedicado a su mayor afición. Y eso le hacía feliz. Y esa felicidad se trasmitió de padre a hijo.

«Mi padre siempre fue muy aficionado a la mecánica y empezó con un taller en un garaje en 1957», recuerda Manuel. Así nace 'Cachorro' Motos Racing. Su infancia tuvo mucho que ver con su crecimiento profesional posterior. El ayudar a su padre en un taller de torno y fresado le dio las habilidades para convertirse, como su hijo le define, en un «artesano» del motor. «Empezó reparando los coches de los lecheros y los Vespacar», comenta. Después, comenzó a centrar su atención en las motos. Concretamente, las motos de carreras.

Así pasó de tener un taller improvisado a convertirse en un referente nacional. «A él le gustaba preparar motos, sacarle el máximo provecho a los motores y lo hacía con sacrificio y pasión», asegura. Dos valores que dibujaron a un mecánico autodidacta. «Él no tenía medios pero siempre intentaba aprender, viajaba a otros países donde había una mecánica más adelantada para aprender e invertía en poder sacar el máximo provecho a su trabajo», explica Manuel. Así vivía él la vida y su negocio: como una carrera de fondo donde cualquier elemento define la victoria.

Y así llegó a convertirse en el distribuidor de marcas como Ducati, Ossa, Beta, Yamaha y Kawasaki y a ser semioficial para el campeonato de España de velocidad con la marca Bultaco. Sin embargo, a pesar de tener una larga lista de campeonatos nacionales y pruebas internacionales, Manuel destaca uno de sus grandes logros en su propia competición personal: la fabricación de dos motos únicas en el mundo, ahora en el Museo de la Automoción de Salamanca.

Su motocicleta Ossa Yankee 460, creación particular y pieza única en el mundo, le proporcionó las mejores crónicas de la prensa especializada del momento; y su primera obra, la Ducati 50 TT de motocross -de 1974- con válvula rotativa fabricada por él mismo con los mejores desarrollos adquiridos a base de largas pruebas y ensayos. «En un reportaje de Solo Moto detallaron: 'una moto digna de ser filmada'». Y, en realidad, la vida de Manuel Cachorro también debería haber sido filmada. Aunque, de alguna manera, lo está en la tienda de la avenida de los Reyes de España con cuadros sobre alguno de los momentos más especiales de su vida.

En la última década, es Manuel y su heramana quien tomaron el relevo del negocio. «Esto tienes que haberlo vivido desde pequeño», asegura. Y vaya si lo ha vivido. Con dos años ya estaba subido en una moto y, desde entonces, no ha dejado de aprender de su mentor. «Me preparó una Bultaco Tirón 100 y ya empecé a rodar en moto con él», asegura. En 1975, realizó su primera carrera y durante los años 80 y 90, fue piloto de carreras. Toda una vida relacionada con el motor de la mano de su padre. Ahora, Cachorro Motos Racing continúa como referente con marcas como Kawasaki, Beta y Kymco.

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